Hablar de Christian simplemente como un amigo no tendría sentido. Vivíamos en el mismo barrio, a pocas cuadras el uno del otro. Nos conocimos a los 5 años en la escuela primaria y desde entonces hemos crecido juntos como hermanos, yo perpetuamente en su casa y él en mi casa, por eso podemos decir que los dos hemos tenido la suerte de tener no uno, sino dos extraordinarias familias.
Radicalmente diferentes y, sin embargo, iguales en las cosas que realmente importan. El hecho de que dos personas deben ser similares para llevarse bien es una teoría que ciertamente no se ajusta a nuestra amistad. Nuestros caminos escolares, deportivos y nuestros intereses han sido completamente diferentes, pero sin embargo nunca nos hemos desviado. Juntos hemos afrontado todas las etapas de la vida, desde la niñez a la adolescencia y luego a la edad adulta, compartiendo las alegrías y las tristezas que son parte intrínseca de la existencia.
Desde muy pequeños fantaseamos con irnos juntos algún día, Christian tenía muchas ganas de ver ese Uruguay del que tanto le había hablado, provocándole un particular interés. Mientras tanto, crecíamos y muchos fueron los viajes que compartimos. Lo que quedó claro de inmediato para ambos fue nuestra alquimia particular que nos convertía en perfectos compañeros de aventuras. Entonces en 2005 llegó el día tan esperado y ese sueño que teníamos de niños se hizo realidad (América Latina 2005-2006 junto con Christian y Simone). Partimos con Simone para lo que fue nuestro viaje de mochilero iniciático de 4 meses, un vagabundear que nos cambió radicalmente, haciéndonos crecer y madurar, pero sobre todo abriendo ante nosotros una realidad de la que nada sabíamos y de la cual ya no podremos prescindir.
La vida sigue fluyendo y en los años que siguen los compromisos de Christian le impiden seguirme en mis constantes salidas, aunque a menudo surgen algunos viajes menos exigentes. En 2011 regresa nuevamente conmigo a Uruguay para ser testigo de mi boda, saboreando un poco de esa libertad que tanto le faltaba y que solo América Latina puede inculcar tan profundamente.
En 2014 el nuevo punto de inflexión, ambos estamos en un punto en el que sentimos la necesidad de cambiar algo, de volver a tomar las riendas de nuestras vidas. Así que esta vez junto con mi esposa Myriam partimos para una inolvidable aventura de 6 meses que llevaremos adentro para toda la vida (América Latina 2014 junto con Myriam y Christian).
Hoy Christian vive en Avellino, donde se mudó por amor de Swami y donde se casó en 2017. Afortunadamente, regresa con frecuencia al norte, razón por la cual apenas nos damos cuenta de la distancia que nos separa. Desde el punto de vista laboral, es un artista completo, graduado en escenografía, campo en el que trabajó durante unos años, luego continuó su carrera en la pintura, la escultura y en las instalaciones artísticas de tiendas, ferias, parques infantiles y eventos de todo tipo.
Además de ser mi amigo más cercano, Christian sigue siendo el compañero de viaje ideal con el que espero compartir muchas más aventuras.
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